La Cuarta Teoría Política (4TPes)

Antena en español para una Cuarta Teoría Política

Enantiodromía en la política rusa

DUGIN LA CUARTA TEORIA POLITICA ENR

por Alexander DuginAcerca del trasfondo en el sabotaje del suministro de energía eléctrica a Crimea.

Sorpresa y pirámide de poderes

Me sorprendió. Pero no que los ucranianos hayan dejado sin energía a Crimea volando las líneas eléctricas. Me pregunté dos cosas: ¿por qué no lo hicieron antes, y por qué esto causó una oleada de indignación en Rusia?

En busca de una explicación racional, traté de poner este episodio tomado por separado en un sistema de referencia común. Y estas son las conclusiones globales a las que he llegado.

En el mundo hay una gran potencia, un par de potencias menores, y muchos objetos pasivos en el juego de otros, con intereses locales microscópicos. Se les llama «estados soberanos» y la mayoría de ellos están representados en la ONU. Pero hoy en día tal «soberanía» formal es ficticia y sólo nominal.

La soberanía es una medida de poder. Ningún poder, ninguna soberanía. Según el politólogo estadounidense S. Krasner: «La soberanía es la hipocresía organizada» [1]. Esto es verdad.

El poder se distribuye jerárquicamente en el mundo [2].

En la parte superior de la pirámide de poderes está Estados Unidos. Es servido por un número de vasallos influyentes, a veces obstinados, pero siempre fieles: la UE, Japón, Turquía, así como apoderados característicos en el mundo islámico: Arabia Saudita, Qatar y Pakistán.

Los siguientes países en la escala del poder son los que son capaces de competir con los Estados Unidos en algunas áreas con eficacia. Pertenecen al «segundo mundo» (no al primero, pero no al tercero): se trata de los países BRICS y otros como ellos. Brasil (en conjunto, Iberoamérica), Rusia, India, China y Sudáfrica (en conjunto, el África trans-sahariana en general). Potencialmente es posible que esta lista pueda incluir algunos de los poderes islámicos que tratan de ser independientes de los EEUU tanto como sea posible.

Todos los demás países del mundo son irrelevantes y son pisoteados cada vez que alguien colindante es más fuerte en cada caso local particular. Estos países son el pretexto para ordenar las cosas entre los poderes de primer y segundo grado, una especie de gastarbeitern [trabajador inmigrante] de la política mundial.

Los EEUU: una estructura de poder de primer grado

Ahora, lo más importante. La estructura de la primera potencia (Estados Unidos) es la más alta expresión de una cierta fórmula ideológica: el liberalismo (es decir, el globalismo o el establecimiento de una democracia liberal global como misión más importante), así como dos medios para lograr el objetivo último, la victoria del liberalismo a escala mundial:

1. Por el comercio pacífico;
2. Por la fuerza militar.

Los «mercaderes» (las palomas) en el gobierno de Estados Unidos creen que se puede persuadir a los demás a favor del liberalismo con argumentos y propuestas seductoras, y los «ejecutores» (los halcones), están convencidos de que la forma más rápida de lograr este objetivo es mediante el establecimiento de la hegemonía estadounidense militar y geopolítica absoluta a nivel mundial (porque Estados Unidos es un bastión del liberalismo, por lo que cuanto más grandes sean los EEUU – cuanto más influyente es el liberalismo, más fuerte los EEUU – más fuerte y más profundo es el liberalismo). Hay un profundo consenso entre los «mercaderes» y los «ejecutores»: ambos se mueven hacia el mismo objetivo común defendiendo, al mismo tiempo, tanto un gobierno mundial como el poder nacional de Estados Unidos; la única diferencia está en la elección de los medios para lograr este objetivo común. Ellos discuten entre sí, pero la controversia termina cuando una potencia de segundo grado aparece en el horizonte.

Entonces todos actúan colectivamente: las cosas más importantes los unen, especialmente de cara al enemigo y rival. Todas las contradicciones aquí son puramente de naturaleza táctica. El CFR (Consejo de Relaciones Exteriores) y los neocons, los pacifistas y los militaristas estadounidenses son, estratégica y esencialmente, una única entidad. Todos ellos son ante todo liberales y por lo tanto comparten una ideología liberal que hoy puede ser definida como la «ideología estadounidense».

Si entendemos esto, entenderemos casi todo acerca de la estructura del mundo moderno.

Compromiso enantiodrómico

Veamos con más detalle las potencias secundarias, los poderes de segundo grado. A esta categoría pertenece la Rusia moderna.

La estructura de esta categoría depende de la estructura de la primera potencia (los EEUU) y, en general, es similar (con diferencias en proporción) a la estructura de todas las otras potencias secundarias. Hay también dos polos simétricos en esta estructura: «el comercio» (la paz) y «los militares» (la guerra). Constituyen el núcleo del sistema bipolar de la gobernabilidad. Mientras que la potencia secundaria no sea un vasallo directo de los EEUU, y no se haya convertido en una potencia de tercera categoría (un país de pequeño tamaño), tiene una soberanía relativa, que no es absoluta (a diferencia de la de los EEUU), pero que todavía no es artificial (de acuerdo con Krasner), como la de un país pequeño.

La soberanía relativa consta de dos polos, la paz y el poder, que son, sin embargo, cualitativamente diferentes. El ala de la paz, los «mercaderes», es representada por los liberales ideológicos (que actúan como agentes de la hegemonía – en el sentido de Gramsci [3] – y el liberalismo mundial), y la del poder es representada por las fuerzas de seguridad, «los cesaristas» (también en el sentido de Gramsci [4]) es decir, los burócratas de orientación pragmática interesados ​​sólo en mantener el poder. Si los liberales no están contra el cambio del equilibrio en las relaciones con los Estados Unidos cediendo gradualmente la soberanía de Rusia (en condiciones normales) al poder primario (hegemónico global), los cesaristas rechazarían el liberalismo (que para ellos no tiene ninguna importancia) a favor de la soberanía, porque bajo la hegemonía norteamericana directa el poder de las burocracias nacionales, o bien se restringe de manera significativa, o se transfiere a las manos de gestores externos (como sucedió en Rusia en los años 90).

Sin embargo, en una potencia de segundo grado, tanto los liberales como los cesaristas siempre tienen un interés vital en el mantenimiento del statu quo. Están satisfechos con él, como es el caso ahora, y no son felices con la perspectiva de cambios (independientemente de cuáles sean). Así que los dos polos están interesados ​​en que las cosas permanezcan sin cambios. Esto conduce a una enantiodromía sostenible y estable, capaz de moverse simultáneamente en dos direcciones opuestas: los militares apoyan la paz (y no la guerra, lo que sería lógico), y los liberales apoyan la soberanía (y no la globalización, que se deriva de la ideología del liberalismo). Los militares no quieren luchar, y los liberales quieren frenar la globalización. Así se desarrolla un compromiso enantiodrómico. De ahí que nos encontramos con todo tipo de declaraciones contradictorias: Crimea es nuestra, el Donbass de ellos; no estamos en guerra con Ucrania, nosotros comerciamos con Ucrania, etc. Esto no es sólo una tapadera para el expansionismo utilizando una cortina de humo de diplomacia pacífica, pero cínica, esto es de hecho el modo de pensar de una élite gobernante enantiodrómica.

La enantiodromía termina donde una de las tendencias comienza a dominar claramente. Cuando los cesaristas se dan cuenta de que la hegemonía estadounidense y el liberalismo como tal conducirán inevitablemente a la des-soberanizacion de Rusia, y que eso no depende de quién prevalezca en los Estados Unidos – los halcones o las palomas-, ellos (los cesaristas) se desplazan entonces a la zona de no liberalismo ideológico (anti-liberalismo) y se preparan para la guerra. Una guerra militar real. Porque saben que tarde o temprano esa guerra les será impuesta si insisten en la soberanía.

Cuando los liberales se dan cuenta de lo mismo, cruzan la frontera y se ofrecen a sacrificar la soberanía por la paz.

Fuera de la enantiodromía, los burócratas se vuelven patriotas (anti-liberales y anti-estadounidenses), patriotas ideológicos (Rusia, ante todo), y los partidarios liberales del régimen y sus élites se convierten en opositores al régimen, y una oposición implacable (no debe haber ninguna Rusia en absoluto). Los liberales de oposición irreconciliable representan una Quinta columna, mientras que los liberales en el gobierno, la Sexta Columna. Simétricamente, existe una distinción entre los funcionarios de seguridad y los burócratas (dentro de la élite), y el núcleo ideológico independiente de patriotismo (nacionalistas de la gran potencia rusa, los partidarios del Imperio Ortodoxo, los tradicionalistas, los conservadores y los revolucionarios conservadores, los eurasianistas y seguidores de la 4TP [Cuarta Teoría Política]).

Pero en la Rusia moderna, como en casi todos los poderes modernos de segundo grado, la enantiodromía prácticamente domina en todas partes. Esta alianza de los militares por la paz con los liberales por la soberanía. Ellos imitan la estructura de la primera potencia, pero esta imitación se basa en un error fundamental: las élites norteamericanas son ideológicamente unánimes, aspiran a un objetivo común y discuten sobre las tácticas: las herramientas, los procesos, los tiempos, el lugar y el tiempo de realización de una operación, la conveniencia, el cálculo del equilibrio de intereses, etc. En contraste, las élites en la enantiodromía son contradictorias en sí mismas: los liberales están en un partido, los burócratas nacionales (cesaristas) en el opuesto. Las palomas y los halcones en los EEUU son dos caballos enganchados en el mismo lado del carro; los liberales y los burócratas en Rusia en lados opuestos: esto es la enantiodromía.

La enantiodromía de las potencias de segundo nivel está un estado de estupor estructural, sin embargo, también tiene prisa por deshacerse de aquellos que representan una amenaza – la Quinta Columna, la oposición ultraliberal que desafía directamente nuestra soberanía, y también los patriotas comprometidos que insisten en una ideología no-liberal y en la inevitabilidad (tarde o temprano, por lo que los preparativos deben comenzar ahora) de un choque directo con los Estados Unidos. Por lo tanto, tan fuera de la corriente principal están los unos como los otros. La quinta columna, y los patriotas consistentes (los militares por la guerra) están prohibidos. El discurso principal en la sociedad está completamente controlado por enantiodromaníacos que parecen cada vez más y más esquizofrénicos.

Si entendemos esto, entenderemos no «casi todo» en el mundo moderno, sino en realidad todo. De hecho, el mismo esquema, mutatis mutandis, trabaja en todos los demás países de segundo nivel de poder, e incluso en países de tercera categoría que se hallan en un campo de intensa controversia entre países ricos y geopolíticamente ambiciosos.

Crimea sin electricidad: explicación

Estas fórmulas generales nos explican la razón de nuestra sorpresa. Cuando nos reunimos con Crimea en respuesta al Maidan, éramos los únicos que reconocimos la legalidad de esta reunión, y nadie más. Es absolutamente lógico que Kiev no sólo desapruebe, sino que inicie una «Reconquista» directa si puede, y si Kiev no está en condiciones de hacerlo, tratará de estrangular a los territorios separados por cualquier otro medio disponible. Desde el punto de vista de los patriotas coherentes en Rusia, esto está muy claro y ha estado muy claro desde el principio. Los estadounidenses y sus vasallos europeos empujaron a la multitud en Kiev para derrocar al comprometedor (enantiodrómico) Yanukovich, que era vuestro y nuestro, y no vuestro y no nuestro (hasta él se confundió a sí mismo). El objetivo era llevar a un país de tercera categoría, con soberanía cercana a cero, una élite liberal directamente pro-estadounidense. Y así sucedió. Este fue un golpe a la soberanía de Rusia, y luego, a pesar de la condición enantiodrómica (esta vez de Rusia), surgió un consenso (aunque relativo) de los mercaderes y de las fuerzas de seguridad, quienes respondieron con la reunificación con Crimea. No todas las Sextas Columnas aceptaron incondicionalmente la reunión con Crimea, pero no había nada que pudieran hacer: los que estaban categóricamente en contra sólo podían acercarse a la Quinta Columna.

Pero la alegría de los patriotas era prematura: en Crimea todo se ha estancado, y con respecto al Donbass, la enantiodromía prevaleció: los «ejecutores» por la paz, junto con los liberales por la soberanía comenzaron a imponer el acuerdo de Minsk. Una vez más, salió a la palestra su lema: «si no hubiera ninguna guerra». Las negociaciones comerciales con Kiev recomenzaron: nadie luchaba. Sí, la guerra es la paz. Todo está bien. Una montaña de cadáveres, un accidente; el asunto interno de un país de tercera categoría. Comenzaron las purgas políticas entre los patriotas, que pensaban que la burocracia, los cesaristas y las fuerzas de seguridad se habían desplazado en su dirección, en la dirección de la Nueva Rusia, de la ideología antiliberal y de la preparación para una guerra decisiva. Ni mucho menos. La enantiodromía mantuvo su poder con firmeza y no iba a renunciar a él. No ahora.

Sin embargo, en Kiev la situación no era mejor. Derrocando a un único enantiodromista, una muchedumbre de esta potencia de tercera categoría llevó al poder a otro enantiodromista. Y en el nuevo entorno, aquel empezó a vacilar: ni guerra ni paz, corriendo de la lucha con los rebeldes del Donbass a los acuerdos de Minsk y las discusiones acerca de los precios del gas. En esta situación, dos enantiodromías con la participación de la élite estadounidense bipolar (siempre promoviendo únicamente sus intereses en cualquier situación, no importa que sea por medio del comercio o de la guerra) Ucrania suministró electricidad a la separada Crimea rusa.

Suministró hasta un cierto punto, luego se detuvo. Un poco más de guerra, un poco menos de comercio. Mañana puede ser de nuevo un poco más de comercio, un poco menos de «Sector derecho», y así sucesivamente en este periodo.

En Rusia, estructuralmente la situación es la misma, pero el nivel de poder es diferente: la diferencia entre la soberanía relativa y la ficticia sigue siendo muy significativa. Sin embargo, esto es parcialmente neutralizado por el hecho de que detrás del país prácticamente sin soberanía se cierne la sombra del país con soberanía absoluta (los EEUU). Y aquí tenemos una conclusión importante: la forma como Poroshenko negocia con Rusia, es la misma forma como Moscú negocia con Washington. El desequilibrio de poderes explica cómo van las negociaciones: el fuerte siempre puede romper cualquier acuerdo si está en su interés el hacerlo, sin consecuencias (si no hay nadie más fuerte). El débil, siguiendo el ejemplo del fuerte (mercaderes, palomas, «si no hubiera ninguna guerra»), siempre depende del fuerte cada vez más. Y si se llega a un punto crítico, entonces será demasiado tarde para empezar la guerra en algún momento, Moscú puede hacer con Kiev lo que quiera mediante la táctica del palo y la zanahoria. Pero Washington puede hacer lo mismo con Moscú.

Los liberales en Washington cuentan con esto en las relaciones con Rusia. Ellos están dispuestos a posponer la guerra, por lo que la Sexta Columna en Moscú tiene tiempo para fortalecer su posición, para incrustar profundamente el liberalismo en las elites e incluso en las masas, con la esperanza de que de esta manera el poder secundario, debilitado, caerá en sus manos por sí mismo. Los estrategas estadounidenses (por ejemplo, Steve Mann) entienden que el liberalismo, históricamente, fortalece la democracia y por el contrario, corrompe y debilita los regímenes no democráticos.

Pero este juego dura sólo mientras la Sexta Columna permanece habilitada junto a la garantía de una paz (paz a cambio de liberalismo) que continúe debilitando a Rusia. Si los patriotas ideológicos (y no sólo los burócratas) se vuelven activos durante este tiempo, entonces la iniciativa pasa a los halcones de Washington. No con la objeción de las «palomas» y los «mercaderes» de Washington, aunque lo parezca, sino con su bendición. Después de todo, ambos tienen un único objetivo.

Washington telefonea a Kiev y las torres de transmisión eléctrica que conducen a Crimea vuelan por los aires. Desde Moscú esto puede ser seguido solamente por una respuesta enantiodrómica: sorpresa o indignación. Después de todo, la guerra es la paz. No se olvide.

De este modo, no sólo hemos resuelto el enigma de nuestra sorpresa, sino que también hemos aprendido una buena lección teórica de este pequeño episodio en la Gran Guerra de los Continentes.

[1] Krasner S.D. Sovereignty: Organized Hypocrisy. Princeton: Princeton University Press, 1999.
[2] Lago David A. Hierarchy in International Relations: Authority, Sovereignty, and the New Structure of World Politics. Ithaka, NY: Cornell University Press, 2009.
[3] Gramsci, Antonio. Selections from the Prison Notebooks. International Publishers, 1971.
[4] Ibid.

27/11/2015

(Traducción: Página Transversal).

Fuentes: Katehon y Свободная Пресса.

Un comentario el “Enantiodromía en la política rusa

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Esta entrada fue publicada en 14/12/2015 por en Alexander Dugin, Autores, Eurasianismo, Geopolítica, Globalización/Mundialismo, Liberalismo, Reflexiones y etiquetada con .
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