por Alexander Dugin – El 16 de abril de 1890 nació Nikolai Sergeevich Trubetzkoy, gran pensador, lingüista y fundador del movimiento ideológico del eurasianismo. La idea principal de Trubetzkoy era que Rusia no es simplemente un país europeo, como insistieron los occidentalizadores rusos, sino una civilización particular, separada, el mundo ruso. Este es el punto más importante.
No somos menos diferentes de Europa que los iraníes o los indios. Claro, compartimos raíces comunes con la civilización grecorromana, pero esta civilización sufrió un cisma que comenzó en el siglo VI, cuando el Imperio Occidental cayó de Bizancio y desapareció luego bajo el ataque de las tribus germánicas. Ya en aquel entonces, se formaron dos identidades: una identidad católica en Occidente, y una identidad ortodoxa en el Oriente. Las dos gradualmente se alejaron la uno de la otra más y más hasta que, en 1054, los mundos ortodoxo y católico se separaron de una vez por todas. Nosotros, los rusos, hemos adoptado el cristianismo de Bizancio y no hemos guardado otra cosa que esta tradición cristiana oriental hasta nuestros días.
Después de la caída de Constantinopla para los turcos, tomamos la misión bizantina. Esta no es meramente la misión de un país, afirmó Trubetzkoy, sino el polo de la autoconsciente e independiente civilización ortodoxa, su centro. Pero los eslavófilos también lo reconocieron. La innovación de Trubetzkoy y de los otros eurasiáticos después de él radica en que añadieron a esta herencia religiosa y cultural bizantina el componente turco-mongol, y llamaron la atención sobre el hecho de que la expansión de Rusia hacia el Este precisamente reprodujo los contornos del imperio de Genghis Khan. Una vez más construimos este imperio, no sólo de Oriente a Occidente como hicieron los mongoles, sino de Occidente a Oriente. Esto solo fortaleció la identidad propia de Rusia. Los rusos diferían de Occidente religiosamente gracias a Bizancio, y geopolíticamente gracias a los mongoles y turcos, de quienes tomamos la batuta de gobernar sobre el enorme espacio de Eurasia, esta vez ruso y ortodoxo.
Trubetzkoy propuso esta idea eurasiática para que Rusia, como una civilización ortodoxa y continental, estuviera en el centro de una nueva visión del mundo que se suponía debía reemplazar al comunismo.
Trubetzkoy literalmente profetizó que el comunismo se derrumbaría en la medida en que no tenía dimensión espiritual, religiosa, ni Cristo a la cabeza. Pero para no caer en el abismo de Occidente, que es una civilización extraña para nosotros, el Partido Comunista iba a ser reemplazado por la Orden Eurasiática.
Según Trubetzkoy y otros eurasiáticos, se supone que esta Orden continúa el curso hacia la justicia social y la oposición a Occidente, pero completa esta ideología con una dimensión ortodoxa y bizantina y pone la fe en Cristo a la cabeza. Trubetzkoy dio a esto un término especial: ideocracia, o gobierno por la idea.
El eurasianismo no era ni nacionalismo ni mera restauración de la monarquía. Trubetzkoy llamó a apelar a la esencia más profunda del pueblo ruso y de otros pueblos fraternales construyendo el Gran Imperio junto con ella. La élite eurasiática se convertiría en una nueva aristocracia sirviendo a Dios y al pueblo. Los eurasiáticos nombraron al Occidente como el enemigo principal, una antípoda completa de nuestra propia civilización, o el principal enemigo de la humanidad, como lo llamó Trubetzkoy en su primer libro programático, Europa y la Humanidad. El mensaje de su libro se resumía en la necesidad de que la humanidad salvara a Europa, que ya se estaba pudriendo a principios del siglo XX. Y sólo los rusos tenían la fuerza para hacer esto.
Sólo la mitad de las profecías de este gran eurasista se hicieron realidad. La URSS se derrumbó cuando la maravillosa idea de la justicia social se estableció sin Dios e incluso contra Dios. En lugar de un socialismo cristiano, se construyó un socialismo anticristiano. Y se derrumbó. Se falló en establecer una orden eurasiática y tomar el poder de los comunistas. En cambio, los peores enemigos de Rusia llegaron al poder: los liberales, un enemigo humano mucho peor que los comunistas.
Ahora mucho se está haciendo claro. Es obvio que Trubetzkoy tenía razón. Hemos proclamado la construcción de una Unión Euroasiática y comprendemos mejor la verdadera naturaleza de Occidente. La segunda mitad de la profecía de Trubetzkoy, la construcción de una Orden eurasiática, es, desde el punto de vista de los eurasiáticos, el significado del momento histórico en el que nos encontramos ahora.
Fuente: Fourth Political Theory.
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