por Gayané Janóva – La intervención en la televisión moldava del famoso filósofo, promotor de las ideas de tradicionalismo y líder del Movimiento euroasiático, Alexánder Duguin, provocó en Rumanía un verdadero escándalo. Pero él dijo tan sólo que en caso de ataques al contingente de la paz ruso en Transnistría Rusia no quedará cruzada de brazos, sino que responderá con el uso de la fuerza.
Estas palabras hicieron que la edición Revista 22 le tildara de “pregonero del ataque ortodoxo” y el portal informativo Romanian Global News y el diario Ziua Vechele pusieran unos sobrenombres, por los cuales se les podría perfectamente denunciar.
Alexánder Duguin reflexionó en su conversación con La Voz de Rusia sobre si de verdad en Transnistría es posible la repetición del “guión georgiano”:
–El “guión georgiano” puso de manifiesto lo esencial: EEUU no son capaces de garantizar la soberanía de los Estados en el espacio postsoviético. Es Moscú la que dispone de medios de refuerzo de dicha soberanía, dado que cuenta con factores de influencia política, económica, social y cultural. Muchos en Moldavia se dan cuenta de ello y Rusia en general ve este país como amigo. De modo que no existe razón alguna para que al problema de Transnistría se le dé solución al estilo de Mijaíl Saakashvili. No conozco a nadie en la capital moldava que esté interesado en este desarrollo de los acontecimientos. Pero si hubiera, hipotéticamente, un desquiciado que así lo quisiera y se dedicara a provocar un conflicto, por supuesto el poderío militar de Rusia sería suficiente para zanjar el asunto. En realidad la posible confrontación armada en Transnistría es un campo para especulaciones, que son avivadas por las fuerzas políticas rumanas leales a la UE y a la OTAN. En estos momentos van perdiendo vertiginosamente el apoyo de la población y necesitan con desesperación a algún enemigo. Rusia que cada día se vuelve más fuerte es una opción inmejorable. De ahí esta “amenaza rusa” que ayuda a algunos a mantenerse a flote en la política y a seguir aplicando el destructivo curso de dependencia de una Bruselas cada vez más débil. Y de ahí también esta histérica reacción a mis palabras. Porque yo lo que hice era alertar de las provocaciones.
Alexánder Duguin vuelve a subrayar que no existen, ni en Moldavia ni en Transnistría ni en Rusia premisas políticas, jurídicas, militares ni psicológicas para que sea aplicado el “guión georgiano”. Lo que sí existe es una factible tendencia de “reconstrucción geopolítica” de Europa de Este, lo que se debe al proyecto de la creación de la Comunidad Económica Euroasiática. El esquema que traza el experto es el siguiente:
–La Comunidad Económica Euroasiática está ganando popularidad y despierta creciente interés en los países del espacio postsoviético, de Europa de Este y entre tales potencias como Irán, Turquía y Grecia que está considerando en serio la posibilidad de abandonar la Unión Europea. El primer ministro de Hungría, Víktor Orban, comentó las posbilidades de acercamiento entre su país y la Comunidad Económica Euroasiática. En otras palabras, el proyecto de la integración euroasiática tiene futuro, mientras que la UE, no. Y no me cabe la menor duda de que Moldavia después de las elecciones, posiblemente anticipadas, donde los comunistas seguramente quedarán con importante apoyo de los electores, tome rumbo a la integración en la CEEA.
Transnistría por boca de la ministra de Asuntos Exteriores Nina Shanski ya ha anunciado los planes de integrarse en la estructura regional. Ya verá que el tercer eslabón en la cadena de acercamiento a la Comunidad Euroasiática será Rumanía, que tras integrarse podría unirse con Moldavia y Transnistría. Todo el mundo sólo ganaría con este paso.
Nuestros lectores podrán conocer los argumentos que formula el experto en la continuación de la conversación que mantuvo con el corresponsal de La Voz de Rusia.
Fuente: La Voz de Rusia
Según una encuesta realizada en junio por el instituto Gallup, los ciudadanos de seis países de la UE consideran que la unión no avanza en la dirección correcta.
En Francia, los disconformes representan las dos terceras partes, en Polonia, uno de cada cinco. Solo la tercera parte de los encuestados confía en los políticos europeos. La propia Gran Bretaña, como un todo, se prepara para llevar a cabo un referéndum sobre su permanencia en la UE, a la que ingresó recientemente Croacia, bajo una bandera de luto desplegada en la plaza Split por los opositores.
Mientras se torna evidente el desencanto en las ideas de la integración europea, va ganando simpatías otro proyecto integracionista: la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA). Creada con la finalidad de permitir la libre circulación de capitales, implantar tarifas aduaneras únicas y desarrollar un mercado libre, pudiera convertirse en un potente impulso para pueblos y economías cercanos. El filósofo, politólogo e ideólogo de esta comunidad euroasiática Alexánder Duguin considera que, en la actualidad, Rumanía tiene todos los motivos para prestarle especial atención al proyecto euroasiático. De integrarse a este, podría realmente unirse con Moldavia, parte de la cual se convertirá la Transnistria; y de paso resolvería muchos de sus problemas económicos. Pero, ¿hasta qué punto sería posible, para un país miembro de la UE, ejecutar tal giro geopolítico? Duguin nos responde:
—Rumanía, evidentemente, se encuentra en la periferia de la UE, es un huésped no deseado y en la tabla de rangos está por debajo de países desafortunados, tales como España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda. En la UE se les llama: “el grupo de los PIIGS”; o sea, y disculpen: “el grupo de los cerdos”. ¿Es acaso Rumanía, en tal caso, un país de décima categoría? En Europa existe una impresión de los rumanos errónea y negativa. No se alegran de tenerlos como vecinos. No le abren las puertas al espacio Schengen, de libre circulación. Juzgan a todo un pueblo a causa de casos puntuales de corrupción.
Se trata de una vergonzosa situación en la que han sumido a una nación poseedora de una gran cultura ortodoxa griega, a la cual yo catalogaría de verdadera perla de la cultura europea de los siglos XIX y XX. La sociedad rumana es, de hecho, una de las sociedades europeas más interesantes, profundas, cultas y espiritualmente cercanas a nosotros. Me parece que la integración de Rumanía al espacio euroasiático podría llevarse a cabo bajo el signo de una identidad cultural y ortodoxa. Como parte de la Comunidad Euroasiática este país podría resolver no solamente sus problemas económicos y territoriales, sino también, algo que es de suma importancia para la autoconciencia nacional: sería aceptada con alegría, la reconocerán por su valía, la tratarían como a un socio igual, civilizado y cercano.
—Es difícil imaginarse tal desarrollo de los acontecimientos. Ya que, todavía, desde Bucarest soplan vientos fríos en dirección al Kremlin. Cada palabra de los políticos rusos es asumida como una amenaza, como una mala jugada. ¿Existe la posibilidad de que Rumanía sea capaz de hacer un giro histórico hacia la alternativa euroasiática?
—Está claro que el hecho de haber estado separados durante mucho tiempo por una tercera fuerza, la OTAN, ha jugado su papel. Ellos tratan de enfrentarnos, arman pequeñas intrigas, crean una atmósfera de enemistad. Pero todo esto pasará. ¡Es que Rumanía y Rusia tienen tanto en común! Todavía nos falta un encuentro y un nuevo reconocimiento en el campo de una civilización común. Ya se dan los primeros pasos en esta dirección. Yo no los sobrevaloro, pero los asumo positivamente. Se desarrolla un intercambio de visitas. El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, visitó Bucarest y la prensa local reaccionó con palabras como: “Se quebró el hielo”.
En Moscú se espera la visita del ministro de Relaciones Exteriores de Rumanía, Titus Corlățean. Todas estas son señales de acercamiento, en las que yo le asigno el papel principal no a los políticos ni a los representantes del poder, sino a la élite intelectual que ha sido capaz de refrescar la atmósfera, crear un clima de comprensión mutua. Necesitamos un diálogo intercultural, un intercambio literario. Nosotros conocemos lamentablemente poco de la maravillosa literatura rumana, y los rumanos no conocen la literatura rusa contemporánea. Yo me enorgullezco de que uno de los pocos libros de autores rusos publicados en los últimos años en Bucarest, lo constituye mi obra Fundamentos de la politología, con un prólogo del preclaro filósofo y director del Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias Rumana, IIie Badesku. El paradigma de un inevitable acercamiento predetermina mucho. Los rusos, los rumanos, los cristianos ortodoxos de la Transnistria, son pueblos vinculados por un espacio común regional, que podría convertirse en espacio económico común, unido sobre la plataforma del proyecto euroasiático en el que cada quien encontrará un digno lugar.
Fuente: La Voz de Rusia
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